A las malas.
A la mala aprendiste.
A la mala te tocó aprender a no esperar nada de nadie, a que es mejor sorprenderte por algo que no esperas, que decepcionarte por esperar más de la cuenta; aprendiste a no andar mendigando atención, a no recibir amores a medias, a dejar de buscar, dejar de insistir, dejar de pedir; comprendiste que a veces, dejar que una persona se quede contigo puede doler más que dejarla ir y que a veces, dejar ir a alguien te puede arrancar el alma, partir en millones de pedacitos y te puede doler tanto que nunca más vuelves a ser la misma.
A la mala entendiste también, que aún esos dolores por más fuertes que parecen, también pasan, que los tiempos son distintos para cada persona, pero que a la larga siempre sale nuevamente el sol y aunque tal vez nunca deja de doler, aprendes a vivir con las heridas y entendiste que, si te comprometes, solo depende de ti sanarlas.
Aprendiste a caminar sin hacer tanto ruido, a no contarle tus sueños a nadie, a trabajar cada día en silencio, entendiste que hay gente que disfruta cuando te caes y celebran cuando no te puedes levantar.
Después de caer tantas veces, aprendiste a levantarte en silencio, a no darte por vencida, a no escuchar tanto a los demás, a dejar de pensar en el qué dirán y preocuparte más por lo que quieres tú.
Te tocó aprender a la mala, luego de que te partieran la madre un par de veces, luego de amar más de la cuenta, luego de no recibir lo que esperabas, luego de tener heridas y no saber cómo sanar.
A la mala aprendiste a quererte y fue la forma en la que descubriste lo que ya no podías permitirle a los demás.
Autor J. S.
DAYANNA SÁNCHEZ
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